19 mayo, 2008

el año que escapé del invierno

La abuela, que a sus sesenta y pico años aún se echa rímel y eyeliner todos los días, llamará a la niña que mira por la ventana (su nieta? una sobrina? la vecina de abajo?) y le preguntará:
- ¿Te he contado alguna vez cómo fue cuando me escapé del invierno?
La abuela volverá a contarle a la niña, que volverá a simular interés porque en el fondo le tiene cariño a esa viejita, que un año vivió un verano y luego una primavera y luego un verano y luego un otoño, y que ese año viajó casi 100.000 kilómetros (siempre fue exagerada y siempre le falló la memoria), y que vio lagos turquesas, hielo azul y el infierno en el agua. Le contará que aprendió a cruzar carreteras entre camiones que rugían y camioneros que rugían también porque, le dirá no sin rastro de vanidad, ella en aquella época estaba bastante mona, y de todas formas en aquel lugar no hacía falta ser nada del otro mundo para llegar a casa con una decena de piropos por el camino: alguno bueno, muchos regulares y alguno grosero (sobre los que tanto discutieron con cubalibres sin limón, mojitos o caipirinhas por delante).
Le contará que se comió el equivalente a cien vacas. Que trabajó en el campo, en una sala de baile y sobre un autobús sin techo. Que fue a un partido de fútbol donde el fútbol era lo de menos y que se enfadó una y mil veces con la lentitud de los camareros, los heladeros, los porteros y todos los eros del país, cuyo ritmo se parecía más al Caribe que tan lejos les queda que a ese mito de Europa al que tanto dicen parecerse. Que disfrutó muchos domingos paseando por el mercadillo con: broches de la abuela, collares hechos con monedas, zumo de naranja con naranjas enmohecidas, bandas de música, parejas de baile, extranjeros despistados, carteristas avispados, terrazas con porrón de Quilmes y Coca-Cola Light o Mirinda de naranja, cafés en el limonero y tostadas con dulce de leche.
La abuela recordará que en esos ciento diecisiete días en los que logró escaparse de la que siempre fue la estación que menos le gustaba, aprendió tanto sobre sí misma y sobre el mundo que la rodeaba como si hubieran sido ciento diecisiete meses. Recordará, y le contará riendo a la niña, que conoció a dos chicas estupendas, sí, esas dos que tengo en las fotos de mi pared con las que un día casi nos congelamos y luego casi nos da un ataque del cabreo después de que un presunto pintor con casco naranja les estafara una mala caricatura por un retrato.
La abuela le contará que una vez que pasó el invierno de allí de donde llegó huyendo volvió allí de donde huía, y que añoró mucho aquel invierno de verano pero decidió ser feliz y no olvidarlo nunca ni desaprender lo aprendido.

Aunque haya decidido no arrepentirme, siempre cabe la posibilidad, pero lo cierto es que por mucho que llegara a lamentarlo nadie me quitará nunca lo que he vivido estos meses. Por el momento lo único que me importa es daros las gracias a quienes me despedisteis con un abrazo y a los que me recibisteis también con los brazos abiertos. No sé si seguiré teniendo cosas que contar por aquí o si dejaré de escribir para no aburriros con temas de puentes y consejeras o si acabaré descargando aquí todo lo que se le ocurra a Miss Doña (en ese último caso, huid de aquí u os volveréis locos). Todo se verá, como todo.

La abuela, que se dará cuenta de que la niña está aburrida de escuchar su historia de nuevo, se callará de pronto y mirará el invierno por la ventana. Y sonreirá y pensará: ¡que me quiten lo bailao!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso pi!!!
aunque difícil llegar a ser abuela cuando no se quiere tener hijos! jejje.. quién sabe, lo mismo adoptas una nieta cuando tengas 70 años y le contarás esta historia con tu rimmel y tu eyeliner!
y no dejes nunca de escribir, aunque sólo sea para hacernos reir o emocionarnos a los que te leemos..
mil besos guapaa!!
mucha suerte **
cary

Anónimo dijo...

a mi tb m a encantao carapapa!q bonito!es la realidad...eso simpre qdara pa ti, y pa tu experiencia.
yo creo q es aki dond tu kieres estar, es mas, que es aki donde esta la gente que tu necesitas a tu alrededor,pues estate aki coño!jajajajjaja!ayer t veia y no m lo creia, ya m abia resignado a q cada vez seriamos menos...y de pronto somos mas!a sido como una brisa d aire fresco!jijiji!!!un besito!

P.D. esta semana, el miercoles, "dicen" en a cosa esa llamada tuenti(jajajaja) q ay un "evento"...jajajajajajaja!

PIR

MaríaT dijo...

Pues ahí queda eso!! Me parece estupendo. Hay que hacer lo que creamos que mejor nos hace aunque el riesgo de equivocarse esté ahí siempre. Pero es que el que no juega no gana!!!
Besotes

Alejandra Abad dijo...

Ole, ole y oleeee!!! Se me ha ido un trocito de Andalucía de San Telmo pero yo a mis nietos les contaré que hubo un enero en el que bajo un calor infernal encontré refugio en la abuelita de enfrente, esa que siempre lleva los ojos pintados pese a su edad, esa que habla un idioma raro, que en nuestra época era de un programa de televisión... Y que febrero, abril, marzo y mayo también llevan su nombre.