27 mayo, 2009

vértigo bis

"Hoy, que es el primer día de diciembre, es decir, de la cuenta atrás, he descubierto una nueva modalidad de vértigo. Al fondo de la escalera veo una vida nueva que empiezo con ilusión, pero también con miedo y también con pena. Me asomo desde arriba -o desde abajo- y no soy yo la que me paralizo, sino que son el tiempo y el espacio los que se detienen."

Esto lo escribió la abajo firmante el 1 de diciembre de 2007, con más miedo que ilusión ante la aventura y mucho temor a reconocerlo.
Hoy comienza una nueva cuenta atrás, sin incertidumbres ni dudas ni miedos. Quizás será la falta de seguridad de lo que va a pasar la que anula mi inseguridad congénita, o tal vez es que, en contra de mis deseos, he acabado creciendo.
Esta vez sólo llevaré cosas buenas en la mochila (como un hombrecillo que da palmas), así que me podré asomar desde la torre más alta.
¡Hacia adelante, siempre hacia adelante!

21 mayo, 2009

nescafé






En las películas americanas sobre las guerras mundiales, el soldado siempre pasa meses, o años, escondido en una trinchera mientras abraza la última carta que le había llegado de su novia, de sus padres o de la panadera del pueblo. Y el tío volvía y, curiosamente, se acordaba de la cara de todo el mundo.
Hoy he decidido borrarme del Tuenti y del Facebook, algo que llevaba tiempo pensando en hacer, porque me ha traído más disgustos que alegrías. Normal. Antes cada uno enseñaba a cada persona la faceta de su vida que le daba la gana, ahora todo está expuesto, casi sin criterio de selección (porque, no nos engañemos, aceptamos a todo el mundo, excepto a los típicos calentorros que te mandan petición de amigo acompañada de "Eres muy guapa!" o "Quiero conocerte!". Y algunos a ésos los aceptan también). Total, que al final un tío con el que apenas hablé dos veces en la carrera acaba viendo mis fotos en bikini, y yo acabo cotilleando los comentarios que le ponen en el tablón a la presentadora de La Banda del Sur. Y viendo cosas que antes pasaban en el ámbito privado y que ahora veo yo y todo el mundo (que además para eso se escriben muchas cosas en estos sitios, para que lo vea yo y todo el mundo).
No es por ponerme en plan "vivíamos mejor sin móviles cuando no nos podían localizar a todas horas", porque es cierto que los adelantos tecnológicos nos facilitan el trabajo (¿cómo mandaría yo las convocatorias sin Internet?) y la vida en general (muchas relaciones a distancia sobreviven gracias a estos inventos). Lo malo es la duda que me ha asaltado esta mañana, cuando he decidido que ya no quería ver más las cosas que la gente cuelga para que las vea yo y todo el mundo o porque no tiene nada mejor que hacer: que voy a perder el contacto con muchos amigos. Y es una pena. Es una pena que ya, a fuerza de tenerlo todo instantáneo desde que somos enanos, hayamos perdido la paciencia y la capacidad de esforzarse para mantener a la gente en nuestras vidas. Todo es instantáneo, desde el café al colacao pasando por los te quieros.
La verdad es que no voy a volver a la carta perfumada ni a enviar mechones de mi pelo, para qué nos vamos a engañar. Pero yo elijo mantener a mi gente de otra manera, aunque tenga que esperar a que se metan en su correo y saquen cinco minutos para contestar. Y tragarme el rato delante del ordenador de quien sea para que me enseñe las fotos de su último viaje, parándose a explicarme cada pose. Esperarme a que silbe la cafetera y coger los grumitos del colacao con la cuchara. Lo siento por los que ya no podrán ver mis fantásticas fotos en bikini, pero ya he pagado un precio muy alto por tener la oportunidad de meter las narices donde no me llaman.
Y la verdad es que vivíamos mejor sin móviles cuando no nos podían localizar a todas horas.

10 mayo, 2009

primavera en edimburgo


En Edimburgo hay muchas clases de lluvia, como en la película de Forrest Gump: una lluvia fina, una lluvia intermitente, una lluvia que cae de lado, una lluvia que te cala, una lluvia que no te moja demasiado...y una lluvia tras la que salen dos arco iris. A pesar de todo, los días nublados no son días grises.
Hay una estatua a un perro que estuvo catorce años custodiando la tumba de su amo, antiguo guarda del cementerio. Hay historias de fantasmas y espíritus y una ciudad de varios pisos bajo tierra, donde vivían la mayoría de las 89.934 personas que murieron en la gran epidemia de peste que dejó la población reducida a 60 edim-burgueses.
Hay hombres con kilt y, supuestamente, nada debajo (sólo el viento que no deja de soplar, sobre todo en la calle de detrás del castillo). Y una roca, la Piedra del Destino, que fue robada por los ingleses y luego recuperada por unos estudiantes, y que llegó al castillo con una banda de gaiteros tocando la música de Misión imposible.
Está el colegio que inspiró a Hogwarts desde una cafetería con mil elefantes y un museo de escritores con ventanas que distorsionan las vistas.

También hay flores amarillas, y la oveja Dolly disecada en una plataforma que da vueltas en mitad de mil inventos. Y un pub donde resucita Frankestein.
El primero de muchos otros viajes en tropa, en los que demostrar que somos de una tribu especial.