10 mayo, 2009

primavera en edimburgo


En Edimburgo hay muchas clases de lluvia, como en la película de Forrest Gump: una lluvia fina, una lluvia intermitente, una lluvia que cae de lado, una lluvia que te cala, una lluvia que no te moja demasiado...y una lluvia tras la que salen dos arco iris. A pesar de todo, los días nublados no son días grises.
Hay una estatua a un perro que estuvo catorce años custodiando la tumba de su amo, antiguo guarda del cementerio. Hay historias de fantasmas y espíritus y una ciudad de varios pisos bajo tierra, donde vivían la mayoría de las 89.934 personas que murieron en la gran epidemia de peste que dejó la población reducida a 60 edim-burgueses.
Hay hombres con kilt y, supuestamente, nada debajo (sólo el viento que no deja de soplar, sobre todo en la calle de detrás del castillo). Y una roca, la Piedra del Destino, que fue robada por los ingleses y luego recuperada por unos estudiantes, y que llegó al castillo con una banda de gaiteros tocando la música de Misión imposible.
Está el colegio que inspiró a Hogwarts desde una cafetería con mil elefantes y un museo de escritores con ventanas que distorsionan las vistas.

También hay flores amarillas, y la oveja Dolly disecada en una plataforma que da vueltas en mitad de mil inventos. Y un pub donde resucita Frankestein.
El primero de muchos otros viajes en tropa, en los que demostrar que somos de una tribu especial.

1 comentario:

MaríaT dijo...

Suena genial ese viaje.
Besooooos