30 abril, 2009

música... ¡y a bailar!



Sergi, el ganador de Fama. Gran momento televisivo. Gran momento para los que llevaban (llevábamos) cinco meses viendo el concurso. Y, sobre todo, un ejemplo clarísimo de que la televisión no es sólo entretenimiento. De hecho, la televisión ya no es ni información, ni formación, ni entretenimiento, sino el escenario de una batalla por el tiempo: quien consiga mantener más gente pegada a la pantalla durante más minutos, se gana un bonito anuncio de Ariel con un hombre haciendo la colada y todo.
Las finales de Fama han sido un bodrio inaguantable de más de seis horas (eso sí, repartidas en dos días, seguramente para evitar la posible responsabilidad civil si alguien muriera de aburrimiento) con el único objetivo de intentar maquillar las cuentas de Cuatro. Simplemente una parte de la campaña iniciada con ese anuncio de colorines tan bonito que intenta disuadirnos de comprar leche del Día o del Lidl porque "las marcas nos hacen ser lo que somos". ¡Las marcas nos hacen ser lo que somos! ¿Para qué tantos tratados de filosofía, para qué tanto ser o no ser, si lo que nos define es si compramos galletas Príncipe o Oreo rellenas, que recordemos, no fabrican para otras marcas?
No seamos ingenuos: esto así desde que las Mamachichos se bañaban en el jacuzzi (que entonces aún se llamaba piscina con burbujas) con Jesús Gil. Pero antes, al menos, el espectador se entretenía con los escotes y los tangas y el purista tenía algo contra lo que despotricar. Ayer ni hubo baile, ni hubo escote, ni hubo telebasura, ni hubo nada; sólo un indisimulado deseo de alargar lo más posible el cotarro para justificar la pasta que le costaría al anunciante de turno meterse en la pausa estratégica que hubiera justo antes de anunciar al ganador.
En fin, al menos ya sé lo que soy: no soy nada. No me hace falta leer a Nietzsche, me basta con mirar mi despensa sin marcas. Menos mal, porque la verdad es que Nietzsche es un coñazo.

21 abril, 2009

mi música es tu voz

Ando algo desconectada porque hoy en día de lo único que se puede disertar y discenir por aquí es el inesperado (?) cambio (?) del Gobierno andaluz, y mi madre, que es una madre de las de antes aunque se ponga minifalda, me decía que con la comida no se juega.
Así que pasemos a nuestro minuto musical.

05 abril, 2009

infalibilidad


Un bebé con una escayola.


Cuando nació, tenía la pierna vuelta para arriba a partir de la rodilla, y un enorme moratón en la cabeza. Como los cardenales que se hizo su abuela en la cara de apretársela con preocupación. No sabían si podría andar, y los médicos decían que se trataba de una malformación muy grave. Los expertos experimentados les decían a sus padres -de 22 y 23 años- que el bebé podía tener también un grave problema neurológico, o síndrome de Down.

Sin embargo, un día su madre dijo: "a este bebé no le pasa nada". Y le quitó la escayola.

Lo cierto es que siempre quedó entre las tres últimas en las carreras, pero al menos tenía las medallas de los concursos de redacción.


Un cuarto de siglo después, ya no era la pierna lo que tenía vuelta del revés, sino su vida. Y acabó acudiendo a otro experto experimentado que le dijo que no podría salir adelante sola, sin la ayuda de un experto experimentado como él. Suerte que el ser humano no es infalible.

Suerte que, a veces, lo es.


(Gracias a todos los que han hecho y hacen posible la infalibilidad)