13 noviembre, 2009

el puente de londres se cae

Objetivamente, el puente de la Torre es una horterada casi peor que las estatuas doradas del palacio de Buckingham (no hay nada que supere a eso, ni siquiera la estatua del indio de la avenida de Kansas City de Sevilla). Pero a mí, no sé por qué, verlo siempre me saca una sonrisa. Me acuerdo de la cancioncilla que cantaban unos niños alegre y macabramente en una casete: Tower Bridge is falling down, falling down, falling down, Tower Bridge is falling down, my fair lady. En realidad en la canción el puente de Londres el que se caía, pero yo los he confundido toda la vida y también he hecho las cosas como me ha dado la gana toda la vida, así que ahora no voy a cambiarla.
Le tengo cariño a Londres porque vine por primera vez con catorce años en un viaje organizado por mí con gente mucho más mayor -unos madurísimos 16 y 17- y conseguí que viéramos casi todo en un día. Más orgullosa que estaba yo...
En mi academia, la CEB -Irene, qué tardes!- los nombres de las clases eran las de las paradas de metro. Así que cuando paso por Oxford Circus siempre me acuerdo de que allí me preparé el Advance. O quizás fuera ese inservible PET sacaduros.
El Támesis me recuerda esa carilla del final de Benny Hill que ponía "Thames" y salía un edificio que no sé si era el Banco de Inglaterra, con la musiquilla tir¡oririuuuuuu.
La gente va como loca por las aceras, llueve sin parar -aunque, como siempre, ayer me recibió un tiempo espléndido y un cielo azul- y si no te pones a la derecha en las escaleras mecánicas del metro te ladran, pero me gusta Londres.
(Promesa inclumplida desde el hostel St.Christopher's Inn, que también es discoteca)

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