24 febrero, 2009

barcelona again

Vuelvo a Barcelona y me vuelve a parecer una ciudad mágica. Esta vez casi lloro viendo la Sagrada Familia, que, ya lo he decidido, es el edificio más impresionante de todo el mundo mundial. En la portada más antigua descubrimos un ancla, y me muero de envidia pensando en aquellos que conocen cada secreto de los planos de Gaudí, que seguro que escondió en sus bocetos más acertijos y bromas, aunque es verdad que el hombre se tomaba muy en serio el tema este del cristianismo... Pero no, estoy segura de que no pudo resistirse y que en esa obra de arte que desgraciadamente no veré acabada tiene que haber algún chiste oculto.
Esta vez la ciudad me pareció más pequeña, aunque mis pies, que aún están acalambrados, puede que no estén de acuerdo. Ya conocía el ambiente reggeatonero y el tecno-dance moderno, y ahora me ha tocado el pijo (la verdad es que allí no saben lo que es ser pijo, porque los de la disco donde fuimos van a Boss o a Antique y son los pordioseros de la esquina)
Y volví a alegrarme de que a veces haya alguien, en algún rincón del mundo, al que le parezcan bien las locuras. Si no hubiera habido alguien que se hubiera atrevido, en el lugar de la casa Batlló habría otro edificio neoclásico, y donde está el lagarto del parque Güell, una imitación de la venus de Milo. Cierto que tampoco estaría la fálica torre Agbar, pero hasta ese pegote se le perdona a Barcelona. Por eso no hay que menospreciar a los locos, porque quizás, si cuelgas a un Cristo en una cruz en posición horizontal en la portada de una catedral, es que eres un genio. Gracias a Dios o a la providencia, en ocasiones hay alguien que cree que una casa con tejados ondulados y balcones que imitan a calaveras quedarían bien en el Paseo de Gracia.
Además, algo tiene, quizás un color especial que no le han cantado Los del Río, para que haya pasado allí tres de mis mejores viajes. Esta vez fue el autosecuestro exprés, el botellón-burguer, el botellón itinerante, los disfraces de conejita y princesa torero, la comida basura, la depilación de la china, Gaudí pero en amigas, las copas de 11 euros del Sutton, la tarjeta de embarque encontrada en la cola y la mariposa chula-chula.
Volveré a Barcelona aunque me hablen en catalán en el Pans&Company y me den ganas de meterle al Albert que me atendió la gorra por el culo (no se me nota en el acento y en que he preguntado "¿qué es lo que lleva el normando que no me entero?" que quizás entienda mejor el castellano?). Y si tengo que decir que estimo molt la ciutat, pues lo digo!

3 comentarios:

MaríaT dijo...

Que ganas tengo yo de ir y pasearla así de tranquila. Tengo una deuda pendiente con Barcelona. A ver si este año logro saldarla. ¿No tienes fotos?
Un beso gigante

Anónimo dijo...

genial...pero te han faltado muchos detalles....el albergue con los nigers, el banco que quería chupársela a una amiga con tarjeta inglesa, las de mala vida en la Rambla, el gofre filipino engollipador, los pakis cerveceros, la figurita que me queríais regalar...., en fin...ha sido inolvidable...creo que deberíamos escribirla en versión relato para la posteridad y que nos quedáramos con una copia cada una....INOLVIDABLE
y la ciudad es gigante!
ya sabes quién soy nena!!!

Pillary dijo...

@ Andrea: pero ahí estás tú para completarlo andrea, de hecho ésa era mi intención desde el principio. lo hacemos como prueba piloto del proyecto?

@María: Eso dices siempre ey luego no vas, que no pase de este año eh!! esta vez sólo tengo fotos disfrazada de la peluquera de Grease, preferí ponerme detrás de la cámara para no dejar a las neófitas al libre albedrío de japoneses que aman más los pies que las torres de la catedral.

besos a las dos!