16 enero, 2010

estambul-skopje (II)

Salvo Teresa y mi madre aquí se ha escaqueado tó quisqui de decir nada, lo que me lleva a pensar que quizás no os ha gustado, pero después de releérmelo y hacer algunas conclusiones he decidido que a mí sí, así que aquí va la segunda (y última) parte del primer capítulo. Van a ser capítulos muy cortitos porque he decidido que no tiene sentido embarcarme en un tocho de los que no me gusta leerme y que no sé hacer, siendo honesta.
Luego cambiaré muchas cosas, cagaditas y cagadas grandes, pero en general la cosa queda así. Por cierto, el título del libro será This is Balkans.

Mientras subía de nuevo al autobús, me acordé de Hristo Stoichkov. Búlgaro y del Barcelona: así que me di prisa en volver a mi asiento por si acaso el oficial se arrepentía de haberme dejado pasar con una casi sonrisa.

Ya estaba amaneciendo y por primera vez desde que salimos de Turquía pude ver el paisaje. Durante la noche no pude hacerme una idea de lo que teníamos alrededor porque los faros apenas alumbraban la carretera dos metros por delante del autobús, y no había luces, ni casas; sólo algún otro restaurante-perdido-en-medio-de-la-nada. El paisaje, más que verse, se oía y se sentía: las ramas finas de los árboles pegaban todo el rato en la carrocería, y la carretera era una continua sucesión de curvas que hizo que sólo dejáramos de dar bandazos cuando paramos en Sofía. Habíamos cruzado media Bulgaria pero lo único que habíamos visto era la frontera, el ultramarinos, el restaurante y la estación. Probablemente el conductor y los viajeros habituales lo habían hecho un millón de veces y esto era, para ellos, Bulgaria. Un país que formaba parte de su rutina y que no tenía horizonte, poblado por el viejo muy viejo, los oficiales de las fronteras y viajeros adormilados que toman sopa.

Y probablemente con montañas verdes: eso era lo que se veía ahora que habíamos llegado a la frontera con Macedonia; pero claro, con las ganas de terminar el viaje uno tiende a atribuirle las vistas al país siguiente más que al anterior, así que en este trayecto los búlgaros se quedan también sin ellas.

Los oficiales macedonios, que iban vestidos con uniformes que parecían diseñados para entrar en un edificio atestado de terroristas, hicieron que nos bajáramos todos y les mostráramos el equipaje. Yo saqué mi mochila. La familia de mujeres con velo sacó varias maletas y varios fardos. Otros de más allá empezaron a sacar del maletero, uno tras otro, todos los cuadros de Atatürk –padre de la Turquía moderna- que les había llevado una eternidad colocar dentro allá en el lejano Estambul. Y así sucesivamente hasta que consiguieron ponernos en una fila y fueron abriendo los equipajes.

- ¿Qué llevas ahí?

- Libros. Y carne para regalársela a mi hermana. Soy estudiante.

“Soy estudiante”, aunque no ofrezcas ninguna prueba de ello, parece ser una frase mágica para que los oficiales no revuelvan demasiado tus cosas, según me explicó Arber (que de verdad era estudiante de Medicina). Quizás crean que en la universidad se enseña a ser buenas personas y a no mentir ni traficar con nada. Otra frase que parece ser que te salva de que metan sus narices arrugadas en gesto de disgusto dentro de la mochila es “Es española”, que es lo que le dijo el conductor al policía cuando llegó delante de mí. Aunque nos salvamos del escrutinio, tuvimos que esperar de pie hasta que un oficial calvo terminó de registrar el autobús por dentro con un perro. Él era el típico tipo duro con pinta de estar todo el día en posición de firmes, y de tomarse muy en serio su papel. No dejaba de darle órdenes al perro, en susurros. “Busca, busca, por aquí, por aquí”. Pero el perro más que de trabajar y buscar droga tenía ganas de jugar, así que mientras el oficial seguía tomándoselo muy en serio, el animal saltaba de un lado a otro del autobús, ladraba, se enredaba con la correa y se caía o directamente pasaba olímpicamente de las órdenes del militar, que no parecía darle ningún miedo. A mí sí me lo daba un poco, así que como pude me aguanté la risa.

- This is Balkans –dijo Arber, negando con la cabeza y encogiéndose de hombros cuando le hice un gesto interrogante sobre todo el tinglado, que aún nos tendría parados una hora más.

This is Balkans: Esto son los Balcanes. Es un dicho popular que repiten muchos para justificar las esperas en las fronteras, que un viaje de una hora en tren dure tres, el “vuelva usted mañana” de cualquier acción que implique meterse en burocracias, el perro revoltoso sin ganas de buscar drogas o cualquier otro imprevisto como la guerra. Es una rendición ante lo evidente pero también una afirmación de la diferencia con cualquier otro lugar del mundo conocido, pues en los Balcanes, son los mismos Balcanes lo mejor y lo peor del planeta. Y en concreto el país o el pueblo de uno.

Llegamos a Skopje muy temprano y en la puerta de la estación se acumulaban los taxistas ávidos de viajeros atontados por el traqueteo del autobús o impresionados por haber llegado al fin a ese minúsculo rincón del mundo que es Macedonia, que nunca aparece en las noticias salvo gran catástrofe. Pero en el hostal que había reservado ya me habían advertido de que estos taxistas cobran hasta veinte veces más el precio de la carrera, así que me alejé un poco y paré a uno en la calle. Era un coche viejo pero limpio y el conductor hablaba inglés, aunque su primera pregunta, como la de todos los mayores de treinta aquí, fue que si hablaba alemán. Durante todo el trayecto no paró de hacerme preguntas, a qué había venido, qué quería contar, cómo iba a hacer las entrevistas, dónde iba a ir. Me contó que su hija era también periodista y trabajaba en una embajada o en un consulado. Y cuando llegamos al hostal y quise pagarle, me rechazó el dinero con un gesto. “Free taxi”, me explicó con una medio sonrisa.

This is Balkans.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

He empezado a leer tu blog de nuevo...mis jefes han ido a visita de obra...jajajajja!!Creo q m voy a enganchar!jjajaj! Mgusta la historia de pialr danzando...jajajja!

PIR!

Amparos dijo...

Piluuuu!! somos la abuelita y amparo, que estamos aqui las dos solas acordandonos de ti, y me he puesto a buscarte por internet y fijate, eres una escritora! jaajaj la abuelita esta casi llorando, y le he tenido que enseñar en el mapa del tiempo donde esta Edinmburgo, porque se fija todos los dias en el clima que tienes alli! jejee guapa cuidate y ven prontito, que te echamos mucho de menos!! te queremos!! por cierto escribes FEEEEENOMENAL!!

Pillary dijo...

@ Amparos: Gracias prima! Dile a la abuelita que yo me pongo todos los días tres jerséis y no tengo frío! :)
@ Pir: Me habías abandonao? snif... Bienvenida de vuelta!